Antes de comenzar mi labor educativa en la etapa de Secundaria y Bachillerato estuve dando clase en el Primer Ciclo de Primaria en el mismo centro. La experiencia fue muy buena. Los alumnos y alumnas me transmitían entusiasmo e ilusión por cada actividad que realizábamos. La sinceridad de sus sonrisas y/o sus gestos hacían que me planteara el enfoque de muchas de las cosas que hacía, la forma de decirles las cosas para que las cogieran con más ilusión, si cabía, y para que superaran sus miedos.
Además de toda la ilusión de la que ya he hablado, eran grupos muy agradecidos ya que con cada pequeña cosa que les decías, lo valoraban mucho. Mucho más que los adultos. En muchas ocasiones, buscaban un gesto o una mirada de complicidad con el profesor, lo que les proporcionaba seguridad.
Seguramente habréis oído alguna vez esta frase: "tenemos mucho que aprender de los niños", pues yo creo que hasta que no experimentas sensaciones como las que yo he tenido no te das cuenta realmente del significado de esta frase. La bondad, la sinceridad, el respeto, el compañerismo y sobre todo, la ilusión, son valores que a medida que nos hacemos mayores vamos olvidado, y yo como profesor, intento no hacerles perder a mi alumnado estos valores tan básicos para el constructo de la sociedad.